No sólo el gobierno de Cristina se derechizó, ya lo marcaba hace algunos años atrás Lucas Carrasco, sino que también lo hizo la sociedad. Ante la incertidumbre de la economía y el ocultamiento de la pobreza, la única solución aparente a la inseguridad (provocada por tanta injusticia social en la mayor década de divisas para el país) es la mano dura a los desviados y criminalización de la protesta a los trabajadores, que día a día, son despedidos o suspendidos por las malas maniobras de nuestro - pronto ex- ministro de economía Axel Kicillof. La verborragia verbal de nuestro super secretario de seguridad en contra de los inmigrantes que construyeron y construyen este país, los últimos hechos de público conocimiento donde la fuerza de choque nac&pop por excelencia (Gendarmeria Nacional) planifica y acciona causas armadas contra los que defienden sus derechos laborales, y el posicionamiento del mismo en las últimas encuestas (pescado podrido o no) es un ejemplo de ello. La sociedad quiere orden. Y Cristina también. Por algo da rienda suelta al millonario médico teniente general, Sergio Berni, que la acompaña desde los olvidados noventa en Santa Cruz, cuando hacia inteligencia a los trabajadores mineros, por ejemplo. La mecánica es la misma que hacian los militares en plena dictadura: infiltrar agentes de inteligencia en predios tomados y/o cualquier protesta de trabajadores, marcarlos y encarcelarlos; para así garantizar la gobernabilidad y las ganancias; propias, de las empresas multinacionales, y de nuestros amigos mexicanos.
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