martes, 20 de mayo de 2014

El cuento del pescado que se creyó potro.

Para correr hay que aprender a caminar, de lo contrario tropezás, con suerte. Abandonar el barco cuando un gobierno llega al fin de ciclo es de visionarios, avispados. Deja un resto para continuar participando en el próximo, y así, hasta jubilarse en el negocio. Ahora, abandonar el barco después de la tormenta (crisis institucional y económica de 2011 y 2012 respectivamente) es de apresurados, y de una torpeza ilustre. Un error garrafal para cualquier inversor de ideología y pre candidato a nada. Nadie es imprescindible, y menos ahora. Cuando los intereses generales priman a los personales. Cuando hoy te quieren, mañana te ignoran y pasado te olvidan. En política, los espacios se ocupan. O se ceden. Nunca se abandonan. Y menos al pueblo.
El reacomodamiento del peronismo santacruceño traerá traiciones, enojos y heridos. Y derrota. Excepto que aparezca un líder (que si no apareció hasta ahora...) y vuelva a unirlos, y apaciguar tantas ambiciones y mentiras juntas. Ni a Peralta, ni a Cristina, ni a cualquier ex ministro les conviene un triunfo de Costa en 2015. ¿O sí?