Todo hombre (y digo todo porque al 90% de los hombres le gusta el fútbol. Un 5% nunca lo jugó y, al otro 5% si bien no le gusta el fútbol, sí las colas de los jugadores. Como a todas las chicas), desde niño, o desde que uno tiene uso de conciencia futbolera, sueña con ganar un mundial. Ya sea el organizado por la FIFA o cualquier torneo internacional, nacional, regional, local, barrial, entre compañeros de trabajo, PlayStation con amigos y, hasta en un campeonato de bolitas: lo que uno quiere es ganar. El exitismo tiene esa lógica. Hay que ganar, como sea. Es lo que nos pide la sociedad. Las casas más bonitas, los mejores autos y las chicas más hermosas las tienen los ganadores. Jugando bien, regular o mal; en un mundial organizado por la dictadura o con la mano de D10s. Serás campeón o no serás nada.