lunes, 9 de junio de 2014

La Ley de Lemas es una mierda.

La ley de lemas no sólo resta legitimidad política a quien haya sido favorecido por la suma de los sublemas sino que también dispersa el principio mayoritario (la lista que más votos consigue es la ganadora); resta democracia interna a los partidos políticos que, con las PASO y las últimas internas, algo, habían recuperado; y ha dado, en muchos ejemplos, malos resultados. Miren Caleta Olivia: Hace décadas es gobernada, saqueada y devastada por los mismos de siempre. Que justamente son los que el pueblo, en su mayoría, no eligió. El mismo destino le espera a Santa Cruz. Porque parece ser que los cargos y los negocios importan más que la democracia directa y la voluntad soberana del pueblo. 

La aprobación de un proyecto con estas características nos retrotraerían no a décadas, sino a siglos atrás. A tiempos de los colegios electorales, donde los iluminados elegían a nuestros presidentes. Hábil en ardides, el diputado Contreras (que vaya de paso, llegó colgado en una lista sábana) dijo tener los 2/3 de la vergonzosa legislatura santacruceña para mañana hacer de esta infamia una ley. Entre gallos y medianoche, y a espaldas y en contra del pueblo, que espera la consulta popular prometida por el gobernador Peralta cuando intentaba incomodar, en pasados tiempos hostiles, al ex Frente Para la Victoria.  

Que habrá mayor representatividad, que cualquier ciudadano podrá utilizarla y llegar al poder, fueron los argumentos falaces que dieron para implementar la ley en los cargos municipales hace ya más de 20 años. Y desde esos tiempos, son los mismos actores políticos los que van y vienen en los diversos sillones, ufanandose de ser los legítimos representantes del pueblo elegidos en voluntad popular. Una mentira que ni ellos se creen. 

Hoy, la Ley de Lemas es el "Participando por un cargo" de los oportunistas, que buscan acrecentar sus cuentas bancarias con fondos del Estado (de todos). Atrás quedaron las convicciones, la libertad y el respeto a la voluntad popular.

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